Trilogía de una Semana Santa (que no tuvo nada de santa) Parte II
La idea era despertarme por la mañana (a las 10 más o menos), ponerme en el ordenador, escribir todo aquello que me perturbó anoche mientras intentaba desesperadamente dormir a las 4 de la madrugada y luego empezar con los trabajos. Lo tenía todo muy bien planeado: empezaba hablando de la peli que vi, contaba mis altibajos durante el día, la cena que hice a las once de la noche, el libro de mi abuelo que quiero releer y el insomnio que decidió atacarme. Pero no todo sale como planeamos. De hecho, son muy pocas las cosas que salen como las habíamos preparado. Muchas veces salen mejor, debido al elemento sorpresa; algunas, bastante peor. Pero en fin. Os cuento. Después de agonizar durante algunas horas intentando finalizar el segundo apartado de mi memoria, al mismo tiempo en que molestaba a todos mis amigos que por azar se conectaban al messenger (sois unos héroes), termino mi tarea. Esto me trae una alegría inconmensurable, un placer sin límites, un sentimiento de ligereza infinito… Pero no duró. En pocos minutos estaba ya el doble de “angustiada y sola”, pensando en lo tanto que faltaba para terminar todas mis obligaciones masterópodas y en cómo de larga era esta tal Semana Santa (que no tuvo nada de santa). Tuve unas ganas tremendas de partirme la cabeza contra la pared, pero respiré hondo y me pareció más sensato no hacerlo. Encendí la tele y había un programa de gastronomía. De repente, fiat lux: ésta era la solución. Incorporé el espíritu de una vieja cocinera negra y muy gorda, puse a Camarón de la Isla para escuchar (homenaje a Merche) y empecé. Fue increíble. Yo cocinaba y bailaba y cantaba con Camarón: “Soy gitanoooo, y vengo a tu casamientoooo, a partirme la camisa, la camisita que tengoooo!” Joder, que bien me sentó esto. Entré en una especie de trance, la comida olía fenomenal, yo me sentía como la Candela de "El amor brujo", que bailaba alrededor de una hoguera en esta peli que vi con mi abuelo cuando era apenas una cría (ya me encantaba la cultura española). Terminé de cocinar, cambié la música y me puse a cenar. Tocaba Caetano Veloso (versión traducida): “Todo era apenas un juego y fue creciendo, creciendo, absorbiéndome, y de repente yo me vi así, completamente tuyo”. Los efectos fueron drásticos. Cuando me di cuenta, estaba de bruces sobre mi plato, la mano izquierda sujetando la cabeza y un sufrimiento brotando de no sé qué. Rápidamente sustituí el Caetano por Seu Jorge, bastante más alegrito y la paz volvió a reinar en mi corazón. De ahí saqué otra de las conclusiones de mi Semana Santa (que no tuvo nada de santa): estar sola por un largo período de tiempo puede ser perjudicial para mi estado mental.
4 Comments:
Juninha, tú nunca estás sola. Siempre hay alguien que piensa en nosotros. Me alegro que tú Semana Santa no haya sido santa. Así quiere Dios que sea.
Pero...
¡¡¿POR QUÉ NO FUE SANTA TU SEMANA SANTA??!!
¡Qué incertidumbre!... ¿Hay contenido sexua(r)l?
Merche, lo que te hace sentir más solo es saber que sí, hay alguien pensando en ti, pero que no puedes estar con la persona. Mi semana no ha sido muy santa, ya veréis los motivos mañana. Pablote, el contenido sexual puede que haya existido, pero muy probablemente no lo contaría aqui.
Mejor quisiera estar muerto que preso para toda mi vida en este penal del puerto, Puerto de Santa María. Ea el flamenco bueno...
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