jueves, abril 20, 2006

Piedra y flor


Él era un poeta. Yo, sólo quería diversión. La primera vez que nos vimos fue en una fiesta a la orilla de la playa. Debido al calor que hace en los trópicos, llevábamos diminutos trajes, enseñando más nuestros cuerpos de lo que es aconsejable. Era un tipo interesante, pero no me gustó su sonrisa. Y cuando a uno no le gusta una sonrisa, es algo que no se puede ignorar. Pero no me importó. Yo quería jugar. Le miraba y sabía que él se desconcertaba con ello. Bailaba y le seducía, pero esa noche no intercambiamos siquiera una palabra. Luego me llamó. Y empezamos a vernos, hablando como si nada hubiera pasado. Él acababa de llegar a la ciudad, después de 5 años en Londres, dónde había estudiado Literatura Inglesa. Tenía ideas estimulantes, así que nuestros encuentros fluían bien. Yo le enseñé João Cabral de Melo Neto y Paulo Leminski; él me presentó a William Blake y a Dorothy Parker. La quinta o la sexta vez que nos vimos, nos fuimos a su casa y ninguno de los dos tuvo que decir nada.
Él me escribía poemas. Poemas sentidos, dolidos, que a cualquiera le tocarían en el fondo. Pero yo estaba petrificada por dentro y su poesía no me llegaba. Cuando le conocí habían pasado menos de dos meses desde que yo terminara una larga relación y, como sabemos, los finales felices sólo existen en las películas. Yo no tenía la menor intención de entregarme. Él exhalaba sentimientos y no podía esconderlos.
Yo tenía la conciencia de que actuaba como una puta sin corazón, pero no podía evitarlo. Además, le dejaba muy clara mi indiferencia, lo que en cierta forma me libraba de cualquier responsabilidad sobre su estado de ánimo. El final fue trágico. Él me perseguía, yo huía. Él empezó a odiarme y yo sabía que tenía razón, pero no pensaba volver atrás. Después de casi dos años sin hablarnos, recibí esta semana un e-mail suyo con fotos de su hija recién nacida y una poesía para ella, hablando de cómo le había cambiado su vida. La verdad es que no me enterneció mucho. Cuando uno no se deja tocar el alma desde el principio, sea para protegerse, sea por puro egoísmo, será difícil encontrar otro camino. La gran putada es que la vida siempre inventa una manera de devolver todo esto y uno acaba sintiendo en su propia piel lo que un día le hizo a otro.

miércoles, abril 19, 2006

Trilogía de una Semana Santa (que no tuvo nada de santa) Parte III

Yo siempre he tenido una cierta inclinación por el hedonismo. Pero también siempre he sido bastante responsable. Disciplinada no, pero sí que me ponía algunos límites para no acabar como Mickey Rourke en Barfly o como Jennifer Connelly en Requiem for a dream. Uno acaba acostumbrándose a sus reglitas y al final convive con ellas sin mucho esfuerzo. No sé. Tener relaciones estables me ayuda a no caer en la promiscuidad generalizada. Y evita que yo sufra con pasiones arrebatadoras en cortos períodos de tiempo. También suelo tener algún cuidado con lo que como. Mi madre es vegetariana y practica yoga. Me enseñó que para cuidar del espíritu es importante tratar bien al cuerpo. Intento también creer que Dios existe y que no deja de existir toda vez que pasa alguna putada en mi vida. Pero en esta Semana Santa (que no tuvo nada de santa), reinó la permisividad. Por más que esté bien habituarse a una cierta rutina, salir de ella es una fuente de gozo inocente y sin fin. No practiqué ejercicio alguno, no moví el culo ni para ir a la esquina. Comí todo lo que me apeteció, lo que incluye un montón de galletas Oreo bañadas en chocolate blanco, Coca-Cola light y castañas. Cuando la memoria gritaba en mis oídos para que yo trabajara en ella, me hacía la sorda y me ponía a leer un montón de poemas de Manuel Bandeira. Durante toda una tarde, disfruté de cada versillo. Era como una cría sinvergüenza, mostrando la lengua y burlándome de los trabajos –que por supuesto en seguida se tomaron su venganza. Estos placeres tan pueriles me permitieron aguantar con más ligereza un período de claustro casi insoportable. Por esto digo que mi Semana Santa no tuvo nada de santa. Bueno, los demás motivos me abstengo de contarlos. Mejor así.

martes, abril 18, 2006

Trilogía de una Semana Santa (que no tuvo nada de santa) Parte II

La idea era despertarme por la mañana (a las 10 más o menos), ponerme en el ordenador, escribir todo aquello que me perturbó anoche mientras intentaba desesperadamente dormir a las 4 de la madrugada y luego empezar con los trabajos. Lo tenía todo muy bien planeado: empezaba hablando de la peli que vi, contaba mis altibajos durante el día, la cena que hice a las once de la noche, el libro de mi abuelo que quiero releer y el insomnio que decidió atacarme. Pero no todo sale como planeamos. De hecho, son muy pocas las cosas que salen como las habíamos preparado. Muchas veces salen mejor, debido al elemento sorpresa; algunas, bastante peor. Pero en fin. Os cuento. Después de agonizar durante algunas horas intentando finalizar el segundo apartado de mi memoria, al mismo tiempo en que molestaba a todos mis amigos que por azar se conectaban al messenger (sois unos héroes), termino mi tarea. Esto me trae una alegría inconmensurable, un placer sin límites, un sentimiento de ligereza infinito… Pero no duró. En pocos minutos estaba ya el doble de “angustiada y sola”, pensando en lo tanto que faltaba para terminar todas mis obligaciones masterópodas y en cómo de larga era esta tal Semana Santa (que no tuvo nada de santa). Tuve unas ganas tremendas de partirme la cabeza contra la pared, pero respiré hondo y me pareció más sensato no hacerlo. Encendí la tele y había un programa de gastronomía. De repente, fiat lux: ésta era la solución. Incorporé el espíritu de una vieja cocinera negra y muy gorda, puse a Camarón de la Isla para escuchar (homenaje a Merche) y empecé. Fue increíble. Yo cocinaba y bailaba y cantaba con Camarón: “Soy gitanoooo, y vengo a tu casamientoooo, a partirme la camisa, la camisita que tengoooo!” Joder, que bien me sentó esto. Entré en una especie de trance, la comida olía fenomenal, yo me sentía como la Candela de "El amor brujo", que bailaba alrededor de una hoguera en esta peli que vi con mi abuelo cuando era apenas una cría (ya me encantaba la cultura española). Terminé de cocinar, cambié la música y me puse a cenar. Tocaba Caetano Veloso (versión traducida): “Todo era apenas un juego y fue creciendo, creciendo, absorbiéndome, y de repente yo me vi así, completamente tuyo”. Los efectos fueron drásticos. Cuando me di cuenta, estaba de bruces sobre mi plato, la mano izquierda sujetando la cabeza y un sufrimiento brotando de no sé qué. Rápidamente sustituí el Caetano por Seu Jorge, bastante más alegrito y la paz volvió a reinar en mi corazón. De ahí saqué otra de las conclusiones de mi Semana Santa (que no tuvo nada de santa): estar sola por un largo período de tiempo puede ser perjudicial para mi estado mental.

domingo, abril 16, 2006

Trilogía de una Semana Santa (que no tuvo nada de santa) Parte I

Yo no sé, pero me parece que la ignorancia nos aproxima a la felicidad. Ésta es una de las conclusiones que saqué en mi Semana Santa (que no tuvo nada de santa). Cuando me fui a la cama este sábado, sobre las 2 de la madrugada, ponían en la tele una película bastante malita, pero algo me llamó la atención: la pareja principal, un tío que estaba bastante bueno y su mujer -que estaba aún mejor que él-, en el caso de que tuviesen sus problemas financieros arreglados, no tendrían más problemas en la vida y serían felices para toda la eternidad. Vale, sé que este enredo tan “original” es lo mismo para una gran parte de las películas de la tele, pero no podía dejar de reparar en que sus vidas estaban dominadas por la falta de conocimientos y, por lo tanto, sus objetivos eran de lo más simplista y bien definido posible. La única angustia que tenían era la de conseguir dinero para salir del desierto del Tejas y llegar hasta California para allí conseguir un buen trabajo (el chico soñaba con ser ¡mecánico!).
Y yo aquí, en una pelea sin fin con la memoria, con los trabajos y con mis pensamientos, sufriendo por cosas que no son reales o creando situaciones imaginarias y angustiándome con ellas. No es que yo desee la ignorancia, pero vamos, la vida es bastante más simple y la felicidad se hace mucho más cercana si no tienes muchas inquietudes existenciales. A las 3 de la madrugada decidí apagar la tele. Y entonces empezó la pesadilla. Yo no sé como mi cabeza consigue pensar en tantas cosas al mismo tiempo y llegar a tantos lugares distintos en tan poco tiempo. Generalmente, cuando me acuesto, me vuelvo bastante obsesiva y a veces llego a pensar que quizá yo no sea una persona muy normal. El hecho es que, en este momento, la parejita de la peli -el tío cuadrado y la tía rubita- se burlaron de mí, como diciendo: “¿ves?, nuestros problemas acabaron, los tuyos apenas empezaron”. Y tenían la razón. Hoy, a las 2 del mediodía, yo estoy muy cansada y mentalmente lenta. No sé por dónde empezar el día y aún parezco una zombi, todavía sin haber salido de mi letargo. Y mi Semana Santa (que no está teniendo nada de santa), aún no ha terminado.

jueves, abril 13, 2006

Homenaje a mi inercia durante la Semana Santa


Ai que prazer
Não cumprir um dever,
Ter um livro para ler
E não o fazer!
Ler é maçada,
Estudar é nada.
O sol doira
Sem literatura.
O rio corre, bem ou mal,
Sem edição original.
E a brisa, essa,
De tão naturalmente matinal,
Como tem tempo não tem pressa...

(Fernando Pessoa)

martes, abril 11, 2006

Tragar


Mi lágrima es hija única. Brota del ángulo interno de mi ojo izquierdo. Desliza mi rostro, mojándolo suavemente. Antes de tocar el suelo, se seca. Nace y muere en el tiempo de un suspiro, no dura casi nada. Me recompongo y decido salir. Me pongo mi chaqueta y mis botas y voy por la calle. En mis oídos, un infame Cazuza canta:

Amor esclavo de ninguna palabra
¿No era eso lo que tú buscabas?
No viste en el fondo de la retina la pena
La luz confusa donde el todo es nada

La esperanza está fijada en la carne
¿Que diferencia hay entre el amor y el escarnio?
Cada cariño es el hilo de una navaja

Oh, baby, no llores
Fue apenas un corte
La vida es bastante más peligrosa que la muerte
Soporte, oh, baby, soporte

Y sigo caminando, no muy segura de hacia dónde voy. La gente me mira y yo pienso que quizá sepan lo que me está pasando. El dolor, a veces, se puede oler. Cierro la chaqueta hasta el final, hace frío. Me aparto de la mierda de los perros que domina la calzada, lo que me ayuda a no tener que mirar a nadie a los ojos. Los trabajadores, hambrientos de carne; los viejecitos en su paso tardío, arrastrándose por la vida; los críos gordos con largas sonrisas, casi muñecos; los padres calvos y amargados: todo eso me conmueve. Me vienen ganas de hacer un nuevo camino, para ya no tener que volver a casa y morir en cada crepúsculo. Hay cosas que me duelen de verdad, e intento apartarme de ellas como lo hago con la mierda de los perros. Hacerle daño a alguien a quien tengo cariño -por haberle amado un día, o apenas por ser una persona que cruzó mi vida una vez-, esto me asusta. No saber dónde y cuándo las cosas empiezan y tienen su fin, esto me inquieta. Fingir saber lo que estoy haciendo, intentando no provocar un mal más grande, me hace sentir sola. En el momento anterior a que mi lágrima pudiera precipitarse por el mismo ángulo de mi ojo izquierdo, el Cazuza insinúa una sonrisa cínica en el canto de sus labios, y me reprende, providencialmente:

Oh, baby, no llores
Fue apenas un corte
La vida es bastante más peligrosa que la muerte
Soporte, oh, baby, soporte

jueves, abril 06, 2006

Noite


Não sei se estou gostando desta história de me revelar assim. Esta é a primeira vez que alguém lê algo que escrevo, e são 14 de uma só vez. Não sei se o que escrevo é para ser lido. São só coisas que vomito em momentos de impulso, quando deito na cama à noite e o pensamento não me deixa dormir. É uma espécie de exorcismo. Eu, tentando pegar no sono, e minha mente segue perturbando, sem me dar um segundo de paz, e as imagens viram palavras, e as palabras vão formando frases até que já não sou mais eu a dona do que passa aquí dentro. Então, exausta, vencida, me levanto como um zumbi e vou à sala. Se o computador está desligado, pego com pressa meu caderno de capa bege, um lápis qualquer e começo a derramar toda a merda que tenho dentro. E nem vejo o que estou escrevendo, e nem quero ver. Cuspo um pouco do veneno para que ele não ultrapasse a dose desejada. Aí vem o alívio, quase que imediato. E eu olho para aquele papel cheio de letras e nem sei sobre o que falam, nem sei se realmente dizem algo. Mas só então consigo voltar para a cama e o sono vem. No dia seguinte, publico aquí.

Lutar é inútil, não te posso resistir
Até que me acalentas y me beija sonolenta
E tudo se desfaz em sonho
Para só no outro dia seguir

miércoles, abril 05, 2006

Fugaz


Yo te amaré hasta que la lluvia caiga. Hasta que llegue el próximo tren y me lleve por otros caminos. Hasta que la hoja seca se deshaga, yo te estaré amando. Hasta que venga el verano y tome para sí todos los cuerpos. Pues no puedo más que esto. A veces pienso: este amor lo inventamos para disfrazar nuestro vacío. Pero ya el tiempo no nos queda. Y la palabra cierta no está contigo. Cuando la flor esté muerta vamos a dudar que haya nacido. La verdad, amor mío, es que yo no amo a nadie y es sólo amor lo que respiro.

martes, abril 04, 2006

Chinaski`s back


Conocí a Bukowski por un amante que yo tenía. Hace algunos años ya. Era músico, tocaba en un bar que yo frecuentaba los domingos. En el repertorio, algunos de mis favoritos: Zeppelin, Stones, Doors, Muddy Waters, John Lee Hooker. Tenía unos ojos negros y oblicuos y no tardó hasta que nos envolvimos. Me habló una vez de un escritor que follaba con una puta de 200 kilos. Que trágico, pensé. Era Bukowski. Nos encontrábamos los viernes por la noche, íbamos a su casita pequeña, cerca de la playa, que compartía con una chica pelirroja a quien él no conocía. Nos encerrábamos en su habitación hasta el domingo y este era nuestro mundo. Al son de Lighting Hopkins, llorando y ladrando toda su miseria, él me tocaba y leía con su voz ronca algunos cuentos. Recostados en un colchón viejo en el suelo, apenas iluminados por una vela espesa, Bukowski me contaba todo aquello de lo que aún no había oído hablar. Me llevaba a conocer todas sus tristes mujeres – ricas e intelectuales y deprimidas­- y las putas desdentadas y borrachas. Y a veces, yo quería ser una de ellas. No para follar con el viejo descarado, pero sí por toda la libertad que me sugerían sus vidas. La ausencia total de reglas, compromisos, moral. Yo deseaba ser así. “Es lo más triste y podrido, pero también lo más bonito y sincero que hay”, me dijo mi amante. Yo asentí. Bukowski estuvo conmigo varias noches, y yo gozaba y me dolía y reía con él.
Ahora, por las manos de Antonio, el Mr. Chinaski vuelve a susurrar en mis oídos sus delicadezas:
“Linda, tú me has traído esto,
Cuando te lo lleves
Hazlo lenta y suavemente
Hazlo como si estuviera muriéndome en sueños en
lugar de
En vida, amén.”
Y yo, una vez más, me veo entregada, lasciva, viciosa. Y vuelvo a ser suya durante las noches.

lunes, abril 03, 2006

Epifania

Vou ao banheiro. Me olho no espelho. Que asco! Hoje vou embora. Estou cansada dessa vidinha medíocre, insossa, dos dias mornos, do beijo insípido, do sexo sem alma. Estou cansada de toda essa merda, a inércia que consome meus dias, o controle da televisão, os sapatos no hall de entrada, o escuro do sofá azul, aquela cara moribunda, esperando tudo e nada. A acomodação. Hoje vou embora. Faço minhas malas, apenas duas. Pego o mais importante, algumas blusas, calças, levo todas as tangas e sutiãs, alguns livros, maquiagem e meias. Dois pares de sapato, e só. Acho que vai caber. Aí eu me mando. Quando ele chegar, com aquele papo moroso, já vou estar na porta, com as malas, pronta para o último adeus. Ah, eu trocaria você até por mil noites de solidão, de escuro e vazio. Fica aí com a sua roupa bem lavada, sua comida sem sal, a falta de interesse por tudo que não seja futebol. Não fico mais. Sua mesmice, sua falta de brilho e sabor. Por quê eu perdi todo este tempo? Você deveria ser castigado por isso. Arsênico. Um pouco de arsênico na sua salada pálida. Uma dose exata, mortífera. O corpo se debatería no chão, sufocado, sentindo a maior emoção da tua vida. Ninguém iria desconfiar. Até que encontrassem você apodrecido, sem um único suspiro de vida. Os resquícios de veneno já haveríam sumido. "Foi o tomate estragado", diria alguém. Eu iria ao seu enterro, só para encher tua tumba de rosas vermelhas e vivas e cheias de sangue. E depois, ainda de negro-viúva, iria encontrar o Fulano, aquele que me devora com o olhar toda vez que você não está. Aí sim, ia saciar meu cio, que está seco desde... O ruído da chave na porta. A porta se abre. Ele entra.
- Oi, cheguei.
- Oi, tudo bom?
- Tudo, como foi seu dia?
- Bem, normal.
- Você já jantou?
- Já, comi um sanduíche na rua.
- Eu vou jantar então.
- Tá, e eu vou dormir.
- Boa noite.
- Boa noite. (Beijo suave na boca)
- Não esquece de desligar o gás.
- Pode deixar.
Me deito. Me cubro. Fecho os olhos. Em nome do Pai, do Filho, do Espírito Santo, Amém. Pai Nosso que estáis no céu...